miércoles, 25 de enero de 2012

Burbuja del misterio: Algo más que un teléfono

Ayer por la noche mi móvil hizo de nuevo cosas raras: se apagó y se encendió solito. Sí, y eso no es lo único que ha hecho en lo que lleva de vida, además de otros teléfonos que tuve, que también hacían cosas raras. No sé qué es lo que pasa en la industria del móvil que quizás algún día de estos nos encontremos nuestros teléfonos haciendo el desayuno o hablando con nosotros de su interesante vida, pero lo que más me asombraría es que se volvieran unos auténticos locos.

Ya casi todo el mundo tiene un teléfono móvil con wifi, de pantalla táctil, con multitud de aplicaciones, con Internet, con miles de cosas. La cuestión de todo esto es que creo que, al tener más cosas el susodicho, más tonterías hace. Esto no pasaba con los teléfonos de antes, llamabas, colgabas, y si eso enviabas un SMS. Ya ni eso.


Que sí, que los de antes sólo servían para llamar y eran una piedra que llevabas en los bolsillos (si te cabía, claro) y con los que tenemos ahora son extrafinos y son geniales, pero a decir verdad, los de antes se te caían miles de veces y no les pasaba nada y la batería le duraba una semana (o incluso más). Ahora se te cae un iPhone o un Galaxy y adiós smartphone, además de su batería, que le dura apenas un mísero día. Bienvenido mierdaphone.

Lo más fuerte de todo, como decía, son las cosas extrañas que hacen. Parecen que están hartos de funcionar, o que no pueden con ellos mismos, porque vamos, que quieras encender el wifi y que se te quede paralizado y tengas que quitarle la carcasa para extraerle la batería y encenderlo de nuevo no es símbolo de mucha calidad, eh. Quizás le dé mucho uso, pero a ver, los smartphones están para usarlos, ¿no? ¿O es que quieres que lo ponga en un cuadro y lo coloque en la pared?


Ya hasta llaman solos, sin necesidad de que marques el número, como le pasó a mi anterior teléfono que, mientras estaba jugando con mi amiga en la PS3, mi móvil llamó al suyo. Los dos teléfonos estaban en la mesa, nadie los había tocado. Todo fue muy extraño. Pero no sólo eso, un día me llamé a mí misma, es decir, el teléfono se llamó a sí mismo, sin yo tocarlo. Menos mal que cuando quise coger la llamada se apagó, misteriosamente. Quién sabe si detrás de esa  llamada estaba la yo del futuro o quién sabe quién.

No sé si a vosotros os pasa lo mismo, porque yo cada día que pasa me asombro cada vez más. No es que deteste las nuevas tecnologías, todo lo contrario: las adoro. El problema es la gran cantidad de problemas que tienen, problemas que se tendrían que tener en cuenta por parte de los desarrolladores para mejorar el mercado de estos teléfonos. Con más resistencia, más batería, y menos problemas técnicos, entre otras cosas, todos seremos más felices y le tendremos más cariño a nuestro pequeño-gran amigo el móvil.

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